viernes, 14 de diciembre de 2012


Genocidio
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Cementerio que rememora la matanza de Srebrenica.
Para otros usos de este término, véase Genocidio (desambiguación).
El genocidio es un delito internacional que comprende cualquiera de los actos perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal; estos actos comprenden la matanza de miembros del grupo, lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo, sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial, medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo, traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo.1 2
Según el sociólogo e historiador estadounidense Michael Mann, el genocidio es el grado más extremo de violencia intergrupal y el más extremo de todos los actos de limpieza étnica.3 Para este autor el impacto de los genocidios durante el siglo XX es devastador, tanto por el número de víctimas, que cifra en más de 70 millones de personas, como en la extrema crueldad de las agresiones.4

Definición del delito de genocidio
Existe una discrepancia entre el significado jurídico y el significado coloquial o profano de la palabra, lo que da lugar a equívocos y enconados debates acerca de la cuestión.
Desde un punto de vista jurídico, el genocidio, ya sea cometido en tiempo de paz o en tiempo de guerra se considera un delito de derecho internacional. Tanto la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948 como el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI) de 1998 recogen una idéntica definición:1 2
Delito de Genocidio.1 2
Se entenderá por “genocidio” cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal:
A) Matanza de miembros del grupo;
B) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo;
C) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial;
D) Medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo;
E) Traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo.
En el lenguage común, sin embargo, el término tiene un significado diferente, tal como viene recogido en por la Real Academia Española:5
Genocidio: Exterminio o eliminación sistemática de un grupo social por motivo de raza, de religión o de política.
Este segundo significado es el que mueve a muchas personas a calificar como genocidio determinadas matanzas de personas que, en realidad, no se ajustan al tipo penal del delito de genocidio definido internacionalmente.6
Evolución histórica
La palabra genocidio fue creada por el jurista polaco Raphäel Lemkin en 1944, de las raíces genos (término griego que significa familia, tribu o raza) y -cidio (del latín -cidere, forma combinatoria de caedere, matar). Lemkin quería referirse con este término a las matanzas por motivos raciales, nacionales o religiosos. Su estudio se basó en el genocidio perpetrado por el Imperio Otomano contra el pueblo armenio en 1915. Luchó para que las normas internacionales definiesen y prohibiesen el genocidio. De esta manera se introdujo para los grupos colectivos (nacionales, étnicos, raciales y religiosos) el concepto de lo que el homicidio es para los individuos, el reconocimiento de su derecho a existir.7
El Acuerdo o Carta de Londres de 8 de agosto de 1945, que estableció el Estatuto del Tribunal de Núremberg, definió como "crímenes contra la humanidad" el "asesinato, exterminio, esclavitud, deportación y cualquier otro acto inhumano contra la población civil, o persecución por motivos religiosos, raciales o políticos, cuando dichos actos o persecuciones se hacen en conexión con cualquier crimen contra la paz o en cualquier crimen de guerra". La Convención sobre imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad considera el genocidio del género crímenes de lesa humanidad,8
En 1946, la Asamblea General de las Naciones Unidas confirmó los principios de Derecho internacional reconocidos por el Estatuto del Tribunal y proclamó la resolución 96 (I) sobre el crimen de genocidio, que define como "una negación del derecho de existencia a grupos humanos enteros", instando a tomar las medidas necesarias para la prevención y sanción de este crimen.
Esta resolución cristalizó en la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 260 A (III), de 9 de diciembre de 1948.
La definición de genocidio plasmada en la Convención de 1948 ha sido acogida en el artículo 4 del Estatuto del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, de 1993, el artículo 2 del Estuto del Tribunal Penal Internacional para Ruanda, de 1994, y el artículo 6 del Estatuto de Roma de 1998, por el que se creó la Corte Penal Internacional.
Regulación jurídica
Internacional
Desde un punto de vista internacional, el genocidio viene regulado por la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948 y el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI) de 1998 (entrada en vigor en 2002).1 2 Junto al genocidio se castigan otros delitos conexos, que son la asociación para cometer genocidio, la instigación directa y pública, la tentativa y la complicidad.
Las personas acusadas de genocidio serán juzgadas, de acuerdo con el artículo 6 de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, en un tribunal competente del territorio donde se cometió el delito. No obstante, ha surgido paralelamente un derecho consuetudinario por el que los tribunales de cualquier Estado podrían juzgar casos de genocidio, aunque fueran cometidos por no nacionales y fuera de su territorio. También la Corte Penal Internacional puede conocer de este delito, siempre y cuando sea competente por haberse reconocido su jurisdicción.
La Convención afirma que es irrelevante que el acusado sea gobernante, funcionario o particular y declara que, a efectos de extradición, no se considerará al genocidio como delito político.
Nacional
Sin embargo, desde el punto de vista nacional, cada Estado deberá trasponer la tipificación del delito a su propio ordenamiento penal y establecer las penas a aplicar para cada uno de los comportamientos sancionados, de forma que los tribunales nacionales puedan castigar adecuadamente y conforme al principio de legalidad los comportamientos que se ajusten a la tipificación internacional del delito. Nada impide que, en esa trasposición al derecho interno, un Estado amplíe la definición convencional, sea para ampliar el listado de comportamientos sancionables, sea para ampliar el número de grupos que pueden ser víctimas del delito. De esta manera, España modificó el artículo 607 de su Código Penal para incluir también a los grupos determinados "por la discapacidad de sus integrantes" entre quienes pueden ser víctimas de genocidio.9 Más lejos ha ido Francia al ampliar la tipificación en el artículo 211 de su Código Penal, pues ha añadido una cláusula de cierre que incluye a cualquier otro "grupo determinado a partir de cualquier otro criterio arbitrario".10
La imprescriptibilidad
La prescripción en derecho penal es la institución jurídica por medio de la cual se produce la extinción de la responsabilidad penal, en razón del transcurso del tiempo.
El genocidio es una especie del género crimen contra la humanidad o crimen de lesa humanidad y su imprescriptibilidad se encuentra regulada por Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad de 26 de noviembre de 1968.11
Controversia sobre el alcance del concepto
Se ha debatido mucho sobre el sentido y alcance de la palabra genocidio. No se trata de algo relacionado con la guerra, pues, según Karl von Clausewitz, el fin de la guerra es desarmar al enemigo, no exterminarlo. El genocidio o asesinato en masa también se diferencia del asesinato en serie, que consiste en el asesinato sucesivo y periódico de personas aisladas, mientras que el genocidio es "una negación del derecho de existencia a grupos humanos enteros", de acuerdo con la Asamblea General de Naciones Unidas. El genocidio tiene, en este sentido, un carácter masivo, por lo que con frecuencia necesita de la colaboración efectiva de una estructura social.
Algunas de las críticas al alcance del concepto de genocidio se centran en el hecho de que no se considere como tal más que los actos realizados contra grupos nacionales, étnicos, raciales y religiosos, y no los realizados por otros motivos, como los sociales o políticos. Si bien el borrador inicial de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio contemplaba y extendía la definición de genocidio a estas matanzas, posteriormente se eliminó la referencia ante la necesidad de contar con el apoyo del bloque comunista (representado mayoritariamente por la URSS), que objetó esta acepción.
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Cartel ofreciendo recompensa por la localización de personas acusadas de genocidio en Ruanda
Esta restricción del concepto, afirman estas voces, puede significar la expiación de gobiernos totalitarios que durante el siglo XX llegaron a matar a más de 100 millones de sus propios ciudadanos. En todo caso, estos actos podrían calificarse como crímenes de lesa humanidad, constitutivos de delito internacional de acuerdo con el artículo 7 del Estatuto de la Corte Penal Internacional.
Se discute si puede definirse como genocidio a:
  • El uso de armas de destrucción masiva.
  • El uso excesivo de la fuerza contra civiles no armados.
  • El asesinato político de masas, como ocurre con el terrorismo político y religioso o el terrorismo de estado.
Caso Akayesu
Constituye un hito mundial al ser considerada la primera condena internacional por Genocidio y la primera en reconocer la violencia sexual como actos constitutivos de genocidio. El Tribunal Penal Internacional para Ruanda, creado el 8 de noviembre de 1994, en el caso Akayesu, declaró a un acusado culpable de violación por no haber impedido ni detenido una violación en su calidad de oficial, y no por haberla cometido personalmente. El tribunal consideró que la violación constituía tortura y que, dadas las circunstancias, la violación generalizada, como parte de unas "medidas dirigidas a impedir nacimientos dentro del grupo", constituía un acto de genocidio. Por ejemplo, en las sociedades donde la pertenencia a una etnia está determinada por la identidad del padre, violar a una mujer para dejarla embarazada puede impedirle dar a luz a su hijo en el seno de su propio grupo.
Jean Paul Akayesu, antiguo alcalde de la ciudad ruandesa de Taba, fue arrestado en Zambia el 10 de octubre de 1995 y fue transferido a la Unidad de Detención del Tribunal en Arusha el 26 de mayo de 1996. El juicio comenzó en junio de 1997 y el 2 de septiembre de 1998 la Cámara Procesal I lo encontró culpable de genocidio, incitación directa y pública a cometer genocidio y crímenes de lesa humanidad. El 2 de octubre de 1998 fue sentenciado a prisión de por vida. Akayasu cumple condena a cadena - perpetua en una prisión de Malí.

Genocidios y ocupaciones: las cosas por su nombre

Por Marcelo Cantelmi - Clarín, Argentina


En el Cáucaso y Oriente Medio, se libran batallas simultáneas y contradictorias en las que el reconocimiento de derechos queda sujetado a los intereses estratégicos.


Ponerle un nombre a las cosas y cómo ese nombre será usado es siempre, grande o pequeña, una cuestión política. El nombre define -o debería definir- cómo se gestionará la cuestión y los valores que pueden estar en juego. La reivindicación de la memoria, nombra necesariamente a la libertad. La lucha contra el negacionismo sobre el Holocausto es un ejemplo rotundo de por qué a las cosas se las debe llamar por su nombre.


Pero esta elementalidad no es un sendero sencillo. En las últimas semanas se han complicado dos conflictos que muestran hasta qué extremo está amputada la mirada. Turquía acaba de retirar sus embajadores en EE.UU. y en Suecia porque en ambos casos aunque en diferentes niveles, una comisión legislativa en Washington, el Parlamento en Estocolmo, se reconoció como genocidio la masacre cometida por el Imperio Otomano contra el pueblo armenio en 1915, hace 95 años. Pero ¿de qué otro modo se puede llamar al asesinato sistemático y organizado de un millón y medio de personas?


El otro litigio en el que se esquiva el nombre, está en Oriente Medio, en la ofensiva de la actual administración israelí para estimular la colonización de Jerusalén Oriental y la Cisjordania, que no es otra cosa que la ocupación de un territorio ajeno. Es interesante notar que la cuestión nacional palestina, condición que niega una derecha israelí minoritaria y poderosa, hunde sus raíces también en aquel Imperio Otomano. Una provincia con el nombre de Palestina existía en ese mapa. Hubo más de un siglo y muchas generaciones que crecieron con esa identidad antes de la partición de aquella provincia dispuesta por la ONU en 1949 y que debió dar origen al nacimiento de dos estados. Solo se logró edificar uno, Israel, el otro es aún una factura pendiente -de la que también los árabes son responsables- y su no resolución está en la base de este crónico, salvaje conflicto, el más grave que desafía a la humanidad.


Veamos un poco más estos dos escenarios. La furia de Turquía se ha venido incrementando paradójicamente después de haber logrado Ankara una victoria diplomática en octubre pasado cuando firmó un acuerdo con el gobierno armenio, auspiciado por Washington, para encaminarse a reanudar las relaciones diplomáticas y la apertura de las fronteras binacionales.


Los bordes están cortados desde la guerra que Ereván sostuvo y ganó a un aliado turco, Azerbaiján, en 1993 para recuperar el territorio de Nagorno Karabaj. Ese boscoso y estratégico enclave en las montañas perteneció históricamente a Armenia, pero Josef Stalin se lo entregó a los azeríes cuando ambas repúblicas formaban parte de la URSS. Hoy, las dos naciones tienen un frágil status de cese del fuego y Azerbaiján no ha cesado sus presiones para retomar el dominio del lugar.


El acuerdo con Ereván fue un triunfo turco. El gobierno armenio, con el trasfondo de la ruidosa protesta de la inmensa diáspora de ese pueblo repartida por el mundo, se avenía a aceptar las fronteras de Turquía construidas sobre territorios que el otro pueblo ha demandado como su hogar incluyendo el legendario monte Ararat. Y, además, aceptaba la constitución de una comisión binacional de sabios para analizar los sucesos de 1915.


Pero Ankara ahora ha demandado que Armenia, además, entregue Nagorno, cuestión que no figuraba en lo acordado. Y hasta ha exigido a la Corte Constitucional de Ereván que se retracte por haber incluido la apelación de que el mundo reconozca el genocidio en el documento en el cual dio su aval a los acuerdos con Turquía.


Hay un riesgo imprevisible en este comportamiento y es que puede alentar a que se trate de tomar con la fuerza lo que no puede obtenerse por la política o la razón. Ese peligro de una nueva guerra en el Cáucaso aisla a Ankara, que más temprano que tarde puede encontrarse con que EE.UU. acabe por reconocer el genocidio que hasta ahora, y como un controvertido favor a su aliado turco, no ha aceptado como tal.


Turquía ha sido también un aliado clave de Israel y es por eso que el país hebreo tampoco le ha dado el nombre de genocidio a esa matanza en la cual, se sabe, Hitlter miró para perpetrar el Holocausto. Pero la relación entre estos países se enfrió después de la ofensiva israelí de 2008 sobre la Franja de Gaza, debido a que Turquía coincide con las denuncias de que allí se habrían cometido crímenes de guerra.


Ese choque ha sido útil para conocer algunas cuestiones sorprendentes. Por ejemplo, mucha familias judías ortodoxas lograron que la justicia expulse de sus casas en Jerusalén a ciudadanos árabes que las habitaban en varios casos desde más de medio siglo. Usaron para ello documentos de supuesta propiedad anteriores a la partición y que hallaron en archivos turcos legados del Imperio Otomano. Hoy se sabe que mucha de esa papelería, sobre cuya autenticidad antes los turcos callaban, es apócrifa.


El centenar de árabes que se han quedado sin techo y que vive en carpas en barrios como Silwan, es el rostro más antipático de una ofensiva que se coronó esta semana cuando el gobierno de Benjamin Netanyahu autorizó la construcción de 1.600 viviendas en Jerusalén Este, un territorio que Israel se anexó en la Guerra de los Seis Días de 1967, acción que la comunidad internacional jamás aceptó. No es casual que la autorización para esas viviendas se haya producido cuando visitaba el país el vicepresidente norteamericano Joe Biden. La intención fue por un lado involucrar a la Casa Blanca y por el otro, dar una señal rotunda que desaliente cualquier límite a la estrategia de ocupación que impulsa este gobierno israelí. Según el diario Haaretz y la prestigiosa ONG israelí anticolonización Ir Amim, la alcaldía de Jerusalén, que rutinariamente desmintió la información, proyecta construir 50.000 nuevas viviendas en la parte oriental de la ciudad en un emprendimiento que auspicia una controvertida organización ortodoxa israelí llamada Elad.


Esas medidas, sumadas a un maltrato creciente hacia los árabes israelíes o la inclusión de la tumba de Raquel en Belén y la de los patriarcas en Hebrón, -dos ciudades palestinas-, entre los sitios de la memoria histórica del pueblo judío, son baldes de nafta sobre un fuego que va creciendo y puede acabar en una intifada o un conflicto generalizado que a la postre justifique una nueva toma territorial.


Descripción: http://iarnoticias.com/images/varios/5_israel_chico_muerto_2.jpgEn Cisjordania, donde debe construirse el Estado Palestino, vive ya medio millón de colonos israelíes y la cifra crece incesantemente, arrebatándole todo contenido ya no solo al nombre de esa necesaria estructura nacional ausente sino a la posibilidad misma de que el nombre signifique lo que debe ser en algún momento de la historia.


Política de hijo único

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«« Por favor, por el bien del país usa un método anticonceptivo »». (arriba) Cartel promocionando la planificación familiar o política de control de la población en los suburbios de Nanchang (Dean Jiujiang Xian), provincia de Jiangxi. El control de la población y la política de hijo único en las zonas urbanas, es una de las políticas nacionales básicas de la República Popular China que pretende evitar la superpoblación.
La política de un niño por pareja o política de hijo único, es una medida de control de la población establecida en zonas urbanas de China en 1979 con el objeto de establecer un radical control de la natalidad que redujera el crecimiento de la población excesivo o superpoblación. China es el país más poblado del mundo, alberga la quinta parte de la población mundial.1
El gobierno chino introdujo la política en 1970 para aliviar los problemas sociales y ambientales de China.2 La política es polémica tanto dentro como fuera de China debido a las cuestiones que plantea; debido a la manera en la cual se ha aplicado (para algunas personas agresiva), y debido a preocupaciones por consecuencias económicas y sociales negativas. No obstante, exámenes reciente emprendidos por el centro de investigación del banco de China, demostraron que cerca del 75% de la población, apoya la política.3
La política se hace cumplir a nivel provincial a través de multas que se imponen en la renta o pago de la familia y de otros factores. Sin embargo, todavía hay muchos ciudadanos que continúan teniendo más de un niño, a pesar de esta política.4
En febrero de 2008 el oficial del gobierno chino, Wu Jianmin, dijo que la política del un-niño sería reconsiderada con la personería china; conferencia consultiva de política hecha en marzo de 2008,5 pero en aquel momento un representante de China de la comisión nacional de planificación familiar de la población, dijo que seguiría habiendo la política en el lugar por lo menos, por otra década.6
Descripción
La política del un-niño incentiva a los padres a tener solamente un niño en zonas rurales y espacios urbanos. Sin embargo,los padres con varios hijos reciben las mismas ventajas que los que tienen solamente un niño. El límite se ha hecho cumplir fuertemente en zonas urbanas, pero la puesta en práctica real varía en función de la localización.7 En la mayoría de las zonas rurales, se permite a las familias tener dos niños si el primer niño es femenino o lisiado.8 Los segundos niños están conforme a la cadencia de nacimientos (generalmente 3 o 4 años). Los niños adicionales darán lugar a multas elevadas: requieren pagar penas monetarias y se les podrían denegar a las familias que violan la política primas en su lugar de trabajo. No cuentan a los niños nacidos en países de ultramar bajo política si no obtienen ciudadanía china. Los ciudadanos chinos que vuelven del extranjero pueden tener un segundo niño.9
En abril de 2007 un estudio realizado por la Universidad de California, Irvine demandó ser el primer estudio sistemático de la política, encontrando que había sido útil.".10 Otros informes han demostrado envejecimiento de la población y crecimiento demográfico negativo en algunas áreas.11

Algunas personas dicen que la política del hijo único en China es una bomba de tiempo para el país, ya que el envejecimiento de la población en China planteará enormes problemas económicos y sociales en el país más poblado del mundo[cita requerida]. Desde la aplicación del control de natalidad en 1970, China no ha hecho más que crecer económicamente, llegando a ser hoy potencia económica, por lo que los temores a que la política de hijo único afectaran a la economía del país se han demostrado infundados.
Si no se hubiese aplicado la limitación de nacimientos, medidas que a esta escala y con tal rigor no se ha aplicado en ningún lugar del mundo, China tendría unos 2.000 millones de habitantes que sería incapaz de alimentar, en vez de los actuales 1.340 millones. Las parejas rebeldes pueden ser multadas con varios años de salarios, la anulación del acceso a los servicios sociales o a veces pueden ser encarcelados. Los "niños negros" (nacidos en la ilegalidad) no tienen ningún reconocimiento legal. Pero tres décadas después, los demógrafos hacen sonar la alarma cuando comienza a surgir una grave crisis de envejecimiento. China es el único país en desarrollo enfrentado a la paradoja de tener un país con población mayoritariamente anciana antes de ser un país rico. En China, la crisis del envejecimiento es "incomparablemente más rápida" que en Europa en donde "la fecundidad bajó, así como la mortalidad, muy gradualmente en un siglo", declaró a la AFP el demógrafo Christophe Guilmoto.
Crecimiento demográfico y reducción del índice de fertilidad
Desde la introducción de la política de un-niño, el índice de fertilidad en China ha caído de tres nacimientos por mujer en 1980 (ya una reducción aguda de cerca de cinco nacimientos por mujer a principios de los años 70) a aproximadamente 1.8 nacimientos en 2008.12 (El término familiar "nacimientos por mujer" se formaliza generalmente como el Índice de fertilidad total(TFR), un término técnico en análisis demográfico, que significa el número medio de hijos que nacerían a una mujer en su curso de vida si ella experimentara los índices de fertilidad específicos a su edad).
En total, China estima que tiene 300 a 400 millones de personas en 2008 con la política de un-niño.13 14 12 La reducción en el índice de fertilidad y crecimiento demográfico ha reducido la severidad de los problemas que vienen con la superpoblación, como epidemias, los tugurios, servicios sociales atestados (tales como salud, educación, aplicación de ley), y la tensión en el ecosistema por abuso de la tierra fértil y producción de altos volúmenes de basura. Sin embargo, incluso con la política de un-niño, "China todavía tiene un millón más nacimientos que muertes cada cinco semanas". Además, todavía hay seiscientos millones de personas de China que viven con menos de dos dólares por día.
Las estimaciones de estudiante y oficiales de la fertilidad china total actual (el número medio de niños que una mujer tiene en la vida) varían sobre una amplia gama, de cerca de 1.3 a 2.0:
Los estudios de los demógrafos chinos, financiados en parte por el fondo de la O.N.U para las actividades de población, demostraron que eso de combinar el aligeramiento y el cuidado médico de pobreza con las blancos relaxed para la planificación familiar era más eficaz en la reducción de fertilidad que la aplicación vigorosa de las blancos muy ambiciosas de la reducción de la fertilidad.










Comercialización de fetos en Taiwán
 
Por esta razón comercializan a los niños para ser vendidos en mercados de Taiwán y exportados  a américa para consumirse en barbacoa.
Es decir es un genocidio ya que por esta ley mueren cientos de niños
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