Genocidio
Cementerio que rememora la matanza de Srebrenica.
Para otros usos de este término, véase Genocidio
(desambiguación).
El genocidio es un delito internacional que
comprende cualquiera de los actos perpetrados con la intención de destruir,
total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal; estos actos comprenden la matanza de miembros del grupo, lesión
grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo, sometimiento
intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su
destrucción física, total o parcial, medidas destinadas a impedir nacimientos
en el seno del grupo, traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo.1 2
Según el sociólogo e historiador estadounidense Michael Mann, el genocidio es el grado más extremo de violencia
intergrupal y el más extremo de todos los actos de limpieza étnica.3 Para este autor el impacto de los genocidios durante el siglo XX es
devastador, tanto por el número de víctimas, que cifra en más de 70 millones de personas, como en la extrema
crueldad de las agresiones.4
Definición del delito de genocidio
Existe
una discrepancia entre el significado jurídico y el significado coloquial o
profano de la palabra, lo que da lugar a equívocos y enconados debates acerca
de la cuestión.
Desde un
punto de vista jurídico, el genocidio, ya sea cometido en tiempo de paz o en
tiempo de guerra se considera un delito de derecho internacional. Tanto la Convención para la
Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948 como el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI) de 1998 recogen una idéntica definición:1 2
Delito de
Genocidio.1 2
Se entenderá por “genocidio” cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal:
Se entenderá por “genocidio” cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal:
A) Matanza de miembros del grupo;
B) Lesión grave a la integridad
física o mental de los miembros del grupo;
C) Sometimiento intencional del
grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física,
total o parcial;
D) Medidas destinadas a impedir
nacimientos en el seno del grupo;
E) Traslado por la fuerza de
niños del grupo a otro grupo.
En el
lenguage común, sin embargo, el término tiene un significado diferente, tal
como viene recogido en por la Real
Academia Española:5
Genocidio: Exterminio o eliminación
sistemática de un grupo social por motivo de raza, de religión o de política.
Este
segundo significado es el que mueve a muchas personas a calificar como
genocidio determinadas matanzas de personas que, en realidad, no se ajustan al tipo penal del delito de genocidio definido
internacionalmente.6
Evolución histórica
La
palabra genocidio fue creada por el jurista polaco Raphäel Lemkin en 1944, de las raíces genos (término griego que significa familia, tribu o
raza) y -cidio (del latín -cidere, forma
combinatoria de caedere, matar). Lemkin quería referirse con este
término a las matanzas por motivos raciales, nacionales o religiosos. Su estudio se basó en el genocidio perpetrado por el Imperio Otomano contra el pueblo armenio en 1915. Luchó para que las normas internacionales
definiesen y prohibiesen el genocidio. De esta manera se introdujo para los
grupos colectivos (nacionales, étnicos, raciales y religiosos) el concepto de
lo que el homicidio es para los individuos, el reconocimiento de su derecho a existir.7
El
Acuerdo o Carta
de Londres de 8 de agosto de 1945, que estableció el Estatuto del Tribunal
de Núremberg, definió
como "crímenes contra la humanidad" el "asesinato,
exterminio, esclavitud, deportación y cualquier otro acto inhumano contra la
población civil, o persecución por motivos religiosos, raciales o políticos,
cuando dichos actos o persecuciones se hacen en conexión con cualquier crimen
contra la paz o en cualquier crimen de guerra". La Convención sobre
imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa
humanidad considera el genocidio del género crímenes de lesa humanidad,8
En 1946,
la Asamblea General de las Naciones Unidas confirmó los principios de Derecho
internacional
reconocidos por el Estatuto del Tribunal y proclamó la resolución 96 (I) sobre
el crimen de genocidio, que define como "una
negación del derecho de existencia a grupos humanos enteros", instando
a tomar las medidas necesarias para la prevención y sanción de este crimen.
Esta
resolución cristalizó en la Convención para la
Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, adoptada por la Asamblea
General de las Naciones Unidas en su resolución 260 A (III), de
9
de diciembre de 1948.
La
definición de genocidio plasmada en la Convención de 1948 ha sido acogida en el
artículo 4 del Estatuto del Tribunal Penal
Internacional para la antigua Yugoslavia, de 1993, el artículo 2 del Estuto del Tribunal Penal Internacional para Ruanda, de 1994, y el artículo 6 del Estatuto de Roma de 1998, por el que se creó la Corte Penal Internacional.
Regulación jurídica
Internacional
Desde un
punto de vista internacional, el genocidio viene regulado por la Convención para la
Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948 y el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI) de 1998 (entrada en vigor en 2002).1 2 Junto al genocidio se castigan
otros delitos conexos, que son la asociación para cometer genocidio, la instigación directa y pública, la tentativa y la complicidad.
Las
personas acusadas de genocidio serán juzgadas, de acuerdo con el artículo 6 de
la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, en un tribunal competente del territorio donde se cometió
el delito. No obstante, ha surgido paralelamente un derecho consuetudinario por el que los tribunales de
cualquier Estado podrían juzgar casos de genocidio, aunque fueran cometidos por
no nacionales y fuera de su territorio. También la Corte Penal Internacional puede conocer de este delito,
siempre y cuando sea competente por haberse reconocido su jurisdicción.
La
Convención afirma que es irrelevante que el acusado sea gobernante, funcionario
o particular y declara que, a efectos de extradición, no se considerará al genocidio
como delito político.
Nacional
Sin
embargo, desde el punto de vista nacional, cada Estado deberá trasponer la
tipificación del delito a su propio ordenamiento penal y establecer las penas a
aplicar para cada uno de los comportamientos sancionados, de forma que los tribunales
nacionales puedan castigar adecuadamente y conforme al principio
de legalidad los
comportamientos que se ajusten a la tipificación internacional del delito. Nada
impide que, en esa trasposición al derecho interno, un Estado amplíe la
definición convencional, sea para ampliar el listado de
comportamientos sancionables, sea para ampliar el número de grupos que pueden
ser víctimas del delito. De esta manera, España modificó el artículo 607 de su Código
Penal para
incluir también a los grupos determinados "por la discapacidad de sus integrantes" entre quienes pueden ser
víctimas de genocidio.9 Más lejos ha ido Francia al
ampliar la tipificación en el artículo 211 de su Código Penal, pues ha añadido una cláusula de
cierre que incluye a cualquier otro "grupo determinado a partir de
cualquier otro criterio arbitrario".10
La imprescriptibilidad
La prescripción en derecho penal es la institución jurídica por
medio de la cual se produce la extinción de la responsabilidad penal, en razón
del transcurso del tiempo.
El
genocidio es una especie del género crimen contra la humanidad o crimen de lesa humanidad y su imprescriptibilidad se
encuentra regulada por Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes
de guerra y de los crímenes de lesa humanidad de 26 de noviembre de 1968.11
Controversia sobre el alcance del concepto
Se ha
debatido mucho sobre el sentido y alcance de la palabra genocidio. No se
trata de algo relacionado con la guerra, pues, según Karl
von Clausewitz, el fin
de la guerra es desarmar al enemigo, no
exterminarlo. El genocidio o asesinato en masa también se diferencia del asesinato en serie, que consiste en el
asesinato sucesivo y periódico de personas aisladas, mientras que el genocidio
es "una negación del derecho de existencia a grupos humanos enteros",
de acuerdo con la Asamblea General de Naciones Unidas. El genocidio tiene, en
este sentido, un carácter masivo, por lo que con frecuencia necesita de la colaboración
efectiva de una estructura social.
Algunas
de las críticas al alcance del concepto de genocidio se centran en el hecho de
que no se considere como tal más que los actos realizados contra grupos
nacionales, étnicos, raciales y religiosos, y no los realizados por otros
motivos, como los sociales o políticos. Si bien el borrador inicial de la Convención para la
Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio contemplaba y extendía la
definición de genocidio a estas matanzas, posteriormente se eliminó la
referencia ante la necesidad de contar con el apoyo del bloque comunista
(representado mayoritariamente por la URSS), que objetó esta acepción.
Cartel
ofreciendo recompensa por la localización de personas acusadas de genocidio
en Ruanda
Esta
restricción del concepto, afirman estas voces, puede significar la expiación de
gobiernos totalitarios que durante el siglo XX llegaron a matar a más de 100
millones de sus propios ciudadanos. En todo caso, estos actos podrían
calificarse como crímenes de lesa humanidad, constitutivos de delito
internacional de acuerdo con el artículo 7 del Estatuto de la Corte Penal Internacional.
Se
discute si puede definirse como genocidio a:
- El uso de armas de destrucción masiva.
- El uso excesivo de la fuerza contra civiles no armados.
- El asesinato político de masas, como ocurre con el terrorismo político y religioso o el terrorismo de estado.
Caso Akayesu
Constituye
un hito mundial al ser considerada la primera condena internacional por
Genocidio y la primera en reconocer la violencia sexual como actos
constitutivos de genocidio. El Tribunal Penal Internacional para Ruanda, creado el 8 de noviembre de
1994, en el caso Akayesu, declaró a un acusado culpable de violación por no
haber impedido ni detenido una violación en su calidad de oficial, y no por
haberla cometido personalmente. El tribunal consideró que la violación
constituía tortura y que, dadas las circunstancias, la violación generalizada,
como parte de unas "medidas dirigidas a impedir nacimientos dentro del grupo",
constituía un acto de genocidio. Por ejemplo, en las sociedades donde la
pertenencia a una etnia está determinada por la identidad del padre, violar a
una mujer para dejarla embarazada puede impedirle dar a luz a su hijo en el
seno de su propio grupo.
Jean
Paul Akayesu, antiguo
alcalde de la ciudad ruandesa de Taba, fue arrestado en Zambia el 10 de octubre
de 1995 y fue transferido a la Unidad de Detención del Tribunal en Arusha el 26
de mayo de 1996. El juicio comenzó en junio de 1997 y el 2 de septiembre de
1998 la Cámara Procesal I lo encontró culpable de genocidio, incitación directa
y pública a cometer genocidio y crímenes de lesa humanidad. El 2 de octubre de
1998 fue sentenciado a prisión de por vida. Akayasu cumple condena a cadena -
perpetua en una prisión de Malí.
Genocidios y ocupaciones: las cosas
por su nombre
Por Marcelo
Cantelmi - Clarín, Argentina
En el Cáucaso y Oriente Medio, se libran batallas
simultáneas y contradictorias en las que el reconocimiento de derechos queda
sujetado a los intereses estratégicos.
Ponerle un nombre a las cosas y cómo ese nombre
será usado es siempre, grande o pequeña, una cuestión política. El nombre
define -o debería definir- cómo se gestionará la cuestión y los valores que
pueden estar en juego. La reivindicación de la memoria, nombra necesariamente a
la libertad. La lucha contra el negacionismo sobre el Holocausto es un ejemplo
rotundo de por qué a las cosas se las debe llamar por su nombre.
Pero esta elementalidad no es un sendero sencillo.
En las últimas semanas se han complicado dos conflictos que muestran hasta qué
extremo está amputada la mirada. Turquía acaba de retirar sus embajadores en
EE.UU. y en Suecia porque en ambos casos aunque en diferentes niveles, una
comisión legislativa en Washington, el Parlamento en Estocolmo, se reconoció
como genocidio la masacre cometida por el Imperio Otomano contra el pueblo
armenio en 1915, hace 95 años. Pero ¿de qué otro modo se puede llamar al
asesinato sistemático y organizado de un millón y medio de personas?
El otro litigio en el que se esquiva el nombre,
está en Oriente Medio, en la ofensiva de la actual administración israelí para
estimular la colonización de Jerusalén Oriental y la Cisjordania, que no es
otra cosa que la ocupación de un territorio ajeno. Es interesante notar que la
cuestión nacional palestina, condición que niega una derecha israelí
minoritaria y poderosa, hunde sus raíces también en aquel Imperio Otomano. Una
provincia con el nombre de Palestina existía en ese mapa. Hubo más de un siglo
y muchas generaciones que crecieron con esa identidad antes de la partición de
aquella provincia dispuesta por la ONU en 1949 y que debió dar origen al
nacimiento de dos estados. Solo se logró edificar uno, Israel, el otro es aún
una factura pendiente -de la que también los árabes son responsables- y su no
resolución está en la base de este crónico, salvaje conflicto, el más grave que
desafía a la humanidad.
Veamos un poco más estos dos escenarios. La furia
de Turquía se ha venido incrementando paradójicamente después de haber logrado
Ankara una victoria diplomática en octubre pasado cuando firmó un acuerdo con
el gobierno armenio, auspiciado por Washington, para encaminarse a reanudar las
relaciones diplomáticas y la apertura de las fronteras binacionales.
Los bordes están cortados desde la guerra que
Ereván sostuvo y ganó a un aliado turco, Azerbaiján, en 1993 para recuperar el
territorio de Nagorno Karabaj. Ese boscoso y estratégico enclave en las
montañas perteneció históricamente a Armenia, pero Josef Stalin se lo entregó a
los azeríes cuando ambas repúblicas formaban parte de la URSS. Hoy, las dos
naciones tienen un frágil status de cese del fuego y Azerbaiján no ha cesado
sus presiones para retomar el dominio del lugar.
El acuerdo con Ereván fue un triunfo turco. El
gobierno armenio, con el trasfondo de la ruidosa protesta de la inmensa
diáspora de ese pueblo repartida por el mundo, se avenía a aceptar las
fronteras de Turquía construidas sobre territorios que el otro pueblo ha
demandado como su hogar incluyendo el legendario monte Ararat. Y, además,
aceptaba la constitución de una comisión binacional de sabios para analizar los
sucesos de 1915.
Pero Ankara ahora ha demandado que Armenia, además,
entregue Nagorno, cuestión que no figuraba en lo acordado. Y hasta ha exigido a
la Corte Constitucional de Ereván que se retracte por haber incluido la
apelación de que el mundo reconozca el genocidio en el documento en el cual dio
su aval a los acuerdos con Turquía.
Hay un riesgo imprevisible en este comportamiento y
es que puede alentar a que se trate de tomar con la fuerza lo que no puede
obtenerse por la política o la razón. Ese peligro de una nueva guerra en el
Cáucaso aisla a Ankara, que más temprano que tarde puede encontrarse con que
EE.UU. acabe por reconocer el genocidio que hasta ahora, y como un
controvertido favor a su aliado turco, no ha aceptado como tal.
Turquía ha sido también un aliado clave de Israel y
es por eso que el país hebreo tampoco le ha dado el nombre de genocidio a esa
matanza en la cual, se sabe, Hitlter miró para perpetrar el Holocausto. Pero la
relación entre estos países se enfrió después de la ofensiva israelí de 2008
sobre la Franja de Gaza, debido a que Turquía coincide con las denuncias de que
allí se habrían cometido crímenes de guerra.
Ese choque ha sido útil para conocer algunas
cuestiones sorprendentes. Por ejemplo, mucha familias judías ortodoxas lograron
que la justicia expulse de sus casas en Jerusalén a ciudadanos árabes que las
habitaban en varios casos desde más de medio siglo. Usaron para ello documentos
de supuesta propiedad anteriores a la partición y que hallaron en archivos
turcos legados del Imperio Otomano. Hoy se sabe que mucha de esa papelería,
sobre cuya autenticidad antes los turcos callaban, es apócrifa.
El centenar de árabes que se han quedado sin techo
y que vive en carpas en barrios como Silwan, es el rostro más antipático de una
ofensiva que se coronó esta semana cuando el gobierno de Benjamin Netanyahu
autorizó la construcción de 1.600 viviendas en Jerusalén Este, un territorio
que Israel se anexó en la Guerra de los Seis Días de 1967, acción que la
comunidad internacional jamás aceptó. No es casual que la autorización para
esas viviendas se haya producido cuando visitaba el país el vicepresidente
norteamericano Joe Biden. La intención fue por un lado involucrar a la Casa
Blanca y por el otro, dar una señal rotunda que desaliente cualquier límite a
la estrategia de ocupación que impulsa este gobierno israelí. Según el diario
Haaretz y la prestigiosa ONG israelí anticolonización Ir Amim, la alcaldía de
Jerusalén, que rutinariamente desmintió la información, proyecta construir
50.000 nuevas viviendas en la parte oriental de la ciudad en un emprendimiento
que auspicia una controvertida organización ortodoxa israelí llamada Elad.
Esas medidas, sumadas a un maltrato creciente hacia
los árabes israelíes o la inclusión de la tumba de Raquel en Belén y la de los
patriarcas en Hebrón, -dos ciudades palestinas-, entre los sitios de la memoria
histórica del pueblo judío, son baldes de nafta sobre un fuego que va creciendo
y puede acabar en una intifada o un conflicto generalizado que a la postre
justifique una nueva toma territorial.
En Cisjordania, donde debe
construirse el Estado Palestino, vive ya medio millón de colonos israelíes y la
cifra crece incesantemente, arrebatándole todo contenido ya no solo al nombre
de esa necesaria estructura nacional ausente sino a la posibilidad misma de que
el nombre signifique lo que debe ser en algún momento de la historia.
Política de hijo único
«« Por favor, por el bien del país usa un método
anticonceptivo »». (arriba) Cartel
promocionando la planificación
familiar o política de control de la población en los suburbios de Nanchang (Dean Jiujiang Xian), provincia de Jiangxi. El control de la
población y la política de hijo único en las zonas urbanas, es una de las
políticas nacionales básicas de la República Popular
China que pretende evitar la superpoblación.
La política de un niño por pareja o política de hijo único,
es una medida de control de la
población establecida en zonas urbanas de China en 1979 con el objeto de establecer
un radical control de la
natalidad que redujera el crecimiento de la
población excesivo o superpoblación. China es el país más poblado del mundo, alberga la quinta parte de la población mundial.1
El gobierno chino introdujo la política en 1970 para aliviar los problemas sociales y ambientales de China.2 La política es polémica tanto
dentro como fuera de China debido a las cuestiones que plantea; debido a la
manera en la cual se ha aplicado (para algunas personas agresiva), y debido a
preocupaciones por consecuencias económicas y sociales negativas. No obstante,
exámenes reciente emprendidos por el centro de investigación del banco de
China, demostraron que cerca del 75% de la población, apoya la política.3
La política se hace cumplir a nivel provincial a través de multas que se imponen en la renta o pago de la familia y de otros factores. Sin embargo, todavía hay muchos ciudadanos que
continúan teniendo más de un niño, a pesar de esta política.4
En febrero de 2008 el oficial del gobierno chino, Wu Jianmin, dijo que la política del un-niño sería reconsiderada con la
personería china; conferencia consultiva de política hecha en marzo de 2008,5 pero en aquel momento un
representante de China de la comisión nacional de planificación familiar de la
población, dijo que seguiría habiendo la política en el lugar por lo menos, por
otra década.6
Descripción
La
política del un-niño incentiva a los padres a tener
solamente un niño en zonas rurales y espacios urbanos. Sin embargo,los padres con
varios hijos reciben las mismas ventajas que los que tienen solamente un niño.
El límite se ha hecho cumplir fuertemente en zonas urbanas, pero la puesta en
práctica real varía en función de la localización.7 En la mayoría de las zonas rurales, se permite a las familias tener
dos niños si el primer niño es femenino o lisiado.8 Los segundos niños están
conforme a la cadencia de nacimientos (generalmente 3 o 4 años). Los niños
adicionales darán lugar a multas elevadas: requieren pagar penas monetarias y
se les podrían denegar a las familias que violan la política primas en su lugar
de trabajo. No cuentan a los niños nacidos en países de ultramar bajo política
si no obtienen ciudadanía china. Los ciudadanos chinos que
vuelven del extranjero pueden tener un segundo niño.9
En abril de 2007 un estudio realizado por la Universidad de California, Irvine demandó ser el primer estudio
sistemático de la política, encontrando que había sido
útil.".10 Otros informes han demostrado envejecimiento de la población y crecimiento demográfico negativo en algunas áreas.11
Algunas personas dicen que la política del hijo único en China es una bomba de tiempo para el país, ya que el envejecimiento de la población en China planteará enormes problemas económicos y sociales en el país más poblado del mundo[cita requerida]. Desde la aplicación del control de natalidad en 1970, China no ha hecho más que crecer económicamente, llegando a ser hoy potencia económica, por lo que los temores a que la política de hijo único afectaran a la economía del país se han demostrado infundados.
Si no se
hubiese aplicado la limitación de nacimientos, medidas que a esta escala y con
tal rigor no se ha aplicado en ningún lugar del mundo, China tendría unos 2.000
millones de habitantes que sería incapaz de alimentar, en vez de los actuales
1.340 millones. Las parejas rebeldes pueden ser multadas con varios años de
salarios, la anulación del acceso a los servicios sociales o a veces pueden ser
encarcelados. Los "niños negros" (nacidos en la ilegalidad) no tienen
ningún reconocimiento legal. Pero tres décadas después, los demógrafos hacen
sonar la alarma cuando comienza a surgir una grave crisis de envejecimiento.
China es el único país en desarrollo enfrentado a la paradoja de tener un país
con población mayoritariamente anciana antes de ser un país rico. En China, la
crisis del envejecimiento es "incomparablemente más rápida" que en
Europa en donde "la fecundidad bajó, así como la mortalidad, muy
gradualmente en un siglo", declaró a la AFP el demógrafo Christophe
Guilmoto.
Crecimiento demográfico y reducción del índice de
fertilidad
Desde la
introducción de la política de un-niño, el índice de fertilidad en China ha
caído de tres nacimientos por mujer en 1980 (ya una reducción aguda de cerca de
cinco nacimientos por mujer a principios de los años 70) a aproximadamente 1.8
nacimientos en 2008.12 (El término familiar
"nacimientos por mujer" se formaliza generalmente como el Índice de fertilidad
total(TFR), un
término técnico en análisis demográfico, que significa el número medio de hijos
que nacerían a una mujer en su curso de vida si ella experimentara los índices
de fertilidad específicos a su edad).
En total,
China estima que tiene 300 a 400 millones de personas en 2008 con la política
de un-niño.13 14 12 La reducción en el índice de
fertilidad y crecimiento demográfico ha reducido la severidad de los problemas
que vienen con la superpoblación, como epidemias, los tugurios, servicios sociales atestados
(tales como salud, educación, aplicación de ley), y la tensión en el ecosistema por abuso de la tierra fértil y producción de altos volúmenes
de basura. Sin embargo, incluso con la política de un-niño, "China todavía
tiene un millón más nacimientos que muertes cada cinco semanas". Además, todavía
hay seiscientos millones de personas de China que viven con menos de dos dólares por día.
Las
estimaciones de estudiante y oficiales de la fertilidad china total actual (el
número medio de niños que una mujer tiene en la vida) varían sobre una amplia
gama, de cerca de 1.3 a 2.0:
- Algunos eruditos creen que es de 1.3 nacimientos por mujer, basada en el censo nacional.15
- El número oficial es 1.6 (figura ajustada del censo nacional).
- Liang Zhongtang del El centro de investigación económica de la provincia de Shanxi ha estimado que es 1.9.
Los
estudios de los demógrafos chinos, financiados en parte por el fondo de la O.N.U para las actividades de población, demostraron que
eso de combinar el aligeramiento y el cuidado médico de pobreza con las blancos
relaxed para la planificación familiar era más eficaz en la reducción de
fertilidad que la aplicación vigorosa de las blancos muy ambiciosas de la
reducción de la fertilidad.
Comercialización de fetos en Taiwán
Por esta razón comercializan a los niños para ser vendidos
en mercados de Taiwán y exportados a
américa para consumirse en barbacoa.
Es decir es un genocidio ya que por esta ley mueren cientos
de niños